Nomofobia: el trastorno de ansiedad de la generación del celular
La nomofobia se considera un trastorno del mundo moderno y hace referencia al miedo o la ansiedad extrema de carácter irracional que se origina cuando una persona permanece mucho tiempo sin poder usar su teléfono celular. Esto se extiende a quedarse sin batería, sin cobertura, datos o saldo y, por supuesto, a perder el dispositivo.
Es uno de los miedos de mayor impacto en el siglo XXI. Provoca altos niveles de estrés, frustración, ansiedad y angustia. Estrategias de prevención.
La nomofobia se considera un trastorno del mundo moderno y hace referencia al miedo o la ansiedad extrema de carácter irracional que se origina cuando una persona permanece mucho tiempo sin poder usar su teléfono celular. Esto se extiende a quedarse sin batería, sin cobertura, datos o saldo y, por supuesto, a perder el dispositivo. Al igual que otras fobias, se manifiesta a través de síntomas comunes como el miedo, el nerviosismo o la angustia, pero también con otros como taquicardias, dolor de cabeza, dolor de estómago o pensamientos obsesivos.
¿Cuáles son las causas?
Las causas de la nomofobia suelen ser bastante evidentes. Con frecuencia, la adicción a los teléfonos móviles es su principal origen, provocando el miedo a carecer de la falsa fuente de satisfacción que produce la consulta compulsiva del teléfono. Los expertos coinciden en que existen varios factores relacionados con esta patología: la imposibilidad para comunicarse con otros, la pérdida de conexión, la incapacidad de acceder a la información y la renuncia a la comodidad. En ese sentido, quienes padecen este trastorno suelen sentir picos de ansiedad, agobio, miedo y hasta llegan a sentirse paralizados en el caso de no poder comunicarse mediante su celular.
En diálogo con la Agencia de noticias científicas de la UNQ, Yago Franco, presidente del Colegio de Psicoanalistas, lo explica así: “La fobia -el temor- a la desconexión tiene que ver con un ideal social, que es una suerte de mandato, de estar permanentemente conectados. Abarca a todas las edades y clases sociales y se profundizó en la pandemia. En ese contexto, no tener el celular significa dejar de existir, perder a los otros, dejar de ser para ellos, ya que el celular devino en el modo privilegiado de comunicación”.
Para Franco, los largos diálogos telefónicos han sido suplantados por conexiones espasmódicas y cada vez más breves: sean escritas o mensajes de voz, o emoticones. En ese sentido, “si no estamos conectados todo el tiempo estamos solos con nosotros mismos, y el diálogo con uno mismo no es nada sencillo en esta época”, asegura.
¿Cómo combatir este miedo?
Algunos especialistas coinciden en que la clave es aprender a controlarse y desprenderse del móvil de forma gradual, y lograr separar momentos: la noche es para dormir y, por lo tanto, el teléfono debe de estar apagado; del mismo modo, que la cena es para comer y no para estar con el celular.
Sin embargo, para salir de este encierro, Franco dice que “es posible, por un lado, con una reflexión colectiva acerca de esa situación impuesta y autoimpuesta y, por otro lado, recreando modos ya conocidos de lazo con los otros, como el diálogo, sea telefónico, presencial o mediante las cartas que solían enviarse por mail”.
El poder transformador de la tecnología está fuera de toda duda. Sin embargo, entender que la “vida virtual” no es más que una faceta parcial de algo mucho más grande, que es la vida real, también puede ayudar a evitar este trastorno.
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